El perfume de Ojos Negros

El perfume de ojos negros
Por KaT

Sinopsis:

Ella era Katherine Black, una chica común y corriente a primera vista. De simpática personalidad y carisma femenino.
Entonces... ¿Cual era el motivo de la envidia en las mujeres? ¿Por qué despertaba ese deseo oculto en algunos hombres?
Y lo más inquietante... ¿Qué misterios ocultaba aquel perfume que ella destilaba al caminar, provocando más de una fantasía a quien lograba oler tan exquisita escencia?
Posiblemente la respuesta se encontraba en sus ojos negros. Detrás de la mirada sensual y cautivadora.









PRÓLOGO

-¿Me buscaba profesor?
-Así es Katherine, toma asiento.
La susodicha hizo lo que le ordenó su profesor de inglés. No sabía con exatitud el motivo de aquella cita, pero estaba segura que no podría ser algo malo. Ella era un alumna sobresaliente. Además de que la relación que tenía con su maestro era bastante casual.

-¿Sucede algo malo?- preguntó nerviosa al observar la extraña mirada que su "teacher" le otrogaba.
-Tranquila pequeña...-
Pero su nerviosismo aumentó al sentir la mano de aquél hombre sobre su muslo derecho, acariciándola lujuriosamente.
-Sabes una cosa, en verdad eres una niña muy linda... y hueles delicioso... tienes una fragancia riquísima, ¿qué perfume usas? Porque es divino - Rumió el profesor pasando la lengua por sus labios de forma provocativa
-¿Qué demonios cree que está haciendo?- Bramó la chica al sentir la peligrosa cercanía de ese tipo -¡Déjeme! ¡No se atreva a tocarme, maldito pervertido!- Critó, apartando de un golpe las manos que se le acercaban tentativamente.
El hombre simplemente rió son sarcasmo. Y tomándola del cuello dijo: -No seas tonta. Se buena niña y comportate. Además... Puede y hasta te guste...-

Ella sintió como su estómago se revolvía, entre el asco y miedo que corría en su interior. Vió con pena cómo todos los botones de su blusa era desprendidos, cómo ese hombre recorría sin piedad con su boca la piel descubierta, dejándole marcas rojas de mordizcos en el cuello y pecho. Sentía su cuerpo lastimarse bajo las manos de ese enfermo.

Estaba siendo tomada a la fuerza. Quiso huir, quiso correr. Quiso alejarse. Aunque el forcejeo parecía exitar más a su torturador.

No pudo evitar que las lágrimas salieran bajando por sus mejillas. Deseaba que el mundo se la tragara en ese mismo instante. Pero conocía la cruel realidad. Su ropa era desprendida salvajemente. Y ella era corrompida...







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