Okami & Kitsune
"Locura necesaria"
Se habían conocido en los bosques profundos de algún lugar perdido en la Tierra. Ambos pertenecían a dos clanes diferentes. Pero se habían convertido en buenos amigos. Porque compartían más cosas en común que ni ellos mismos pudieron imaginar.
Okami, era un ser solitario y con heridas que le habían dejado cicatrices, por eso su personalidad tan frívola contrastaba con la alegría de Kistune, aunque ella también guardara heridas.
Un día de estos se les ocurrió la idea de hacer una fiesta con Luna. Okami le veneraba como una diosa. Y Kitsune se sentía relegada, pero sonreía, porque a fin de cuentas la felicidad de Okami era también la suya. ¡Y ver a Okami tan contento con Luna era simplemente algo que no podría despreciar! Así que sin hacer ruido se alejó y dejó que ellos disfrutaran de su ritual en los cielos. Kitsune tenía la esperanza de que todo se resolvería así y cada quien viviría felizmente. Y con ese pensamiento se quedó dormida en medio del claro de la floresta.
Sin embargo, un pequeño ruido la despertó, era Okami que volvía con el rostro apacible. Sin embargo sus ojos mostraban un vacío, cosa que reconoció al instante porque ella también había tenido esa mirada cuando en un tiempo atrás un Neko le rasguñó el pecho. Entonces, Kitsune no soportó esa visión, y un sentimiento parecido a la ternura floreció en ella. No hubo necesidad de preguntar el porqué de su congoja, Luna había desaparecido, ocultada por unos nubarrones.
Entendía su dolor. Y se quedó a su lado, totalmente a su disposición, no esperaba recibir nada a cambio más que permitirle acompañarle esa noche y aliviar un poco su aflicción. Kitsune se dio cuenta de lo invaluable que era Okami, de que a pesar de su fachada de snob engreído y petulante, él guardaba un corazón noble que sólo no quería salir por temor a ser lastimado. ¡Cuánta coincidencia! Porque a pesar de que sus vidas mantuvieran divergencias, ambos parecían estar solos. Si, compartían muchas cosas semejantes, como el ser desprendidos ante las cosas solo por el hecho de salvar a aquellos seres infinitamente importantes para cada uno. Sabía que aunque Okami fuese fútil y ella lozana ambos ocultaban todo el miedo, toda la desilusión, todos los sacrificios en el interior. Sin esperar recompensa, sin esperar nada, de cierta forma dejando el corazón en cada cosa realizada. Es por eso que Kitsune admiraba a Okami. Por todo lo que era, aun cuando el quería aparentarlo todo. Lo admiraba por la grandiosa personalidad osada que tenía y sin embargo jamás aceptaría.
Kitsune no pudo soportarlo más, así que queriendo o no se acercó a Okami y le besó con intensidad. Un beso que manifestaba la necesidad que ambos habían sostenido oculta. Se besaron con la soledad, la alegría, con la duda que les carcomía a los dos el alma cada vez que juntos estaban y se transmitían infinidad de emociones que solo ellos dos conocían y descifraban.
Okami no supo cómo responder más que siguiendo el movimiento de los labios sobre los suyos, asegurándose de estrecharse con la pequeña latosa que había llegado a revolucionar su vida entera.
Él no sabía todo lo que pensaba la persona al lado, solo tenía la certeza de que era un ser muy solo y aceptaba que tal vez el dichoso destino si había confabulado con algo para acercarlos, para presentarlos y ahora...
La piel era suave, herméticamente adorable. Con curvas divinas y vellos erizándose al contacto de diez dedos que sabían lo que hacían. Mientras su lengua se fundía en una lucha sin cuartel con la del mayor quien a toda costa quería mantener el control de la situación, que en cierta forma así fue, pues Okami con su fuerza oculta de un solo movimiento la cargó, dejando escapar un murmullo de dolor y agrado, llevó a su preciada carga hasta su lecho.
Kitsune abrió las piernas cuando sintió que estaba siendo recostada, de esa forma el cuerpo encima ajustó completamente contra el suyo, sacándole un pequeño suspiro al cual le faltaba muy poco para ser gemido.
Así pues en esa nueva posición ella no perdió tiempo y se adentró, con mucha maestría y pleno convencimiento de sus actos, por la espalda ancha del moreno, comprobando así que en cierta forma el muchacho era atlético y eso le encendió aun más de lo que estaba.
Se dio a la tarea entonces de vagar por aquella anatomía a su antojo, mientras su lengua se fundía en una lucha sin cuartel con la de él quien a toda costa quería mantener el control de la situación.
-No. Murmuró él cuando su parte inferior estaba siendo violada.
-Oh, si. Sonrió ella sobre los labios de su compañero, cerrando sus piernas alrededor de las largas extremidades del mayor.
Okami no pensaba con coherencia pues de haberlo hecho se habría perdido de todo lo que a continuación experimento y de lo cual jamás, se arrepentiría.
-Esperemos entonces que no suceda algo malo.
Y el tono en vez de advertir, surtió un efecto afrodisíaco, pues las gruesas notas de aquella voz se transformaron en sensuales susurros que a Kitsune fascinó.
Con la experiencia que la práctica obsequia, Kitsune continuó acariciando la piel del otro, compartiendo ahora su expedición con su pelvis, la cual sensualmente se movía mientras Okami, atrapado entre los tentáculos en los que se habían convertido sus lenguas gemía roncamente cuando sus cuerpos realmente se tocaron.
-No se si esto es correcto. Aseguró la parte lúcida de la mente brillante.
-Ni yo, pero me gusta. Aseguró ella, comenzando a desnudarse mutuamente.
Mientras Kitsune hacía lo suyo, Okami la contempló. Ella se veía hermosa, bajo la escasa luz que entraba por la ventana.
Su aire innatamente sensual y su desaliño por el reciente momento le hicieron sentir un fuego interno que lo obligaba a atacar, como depredador a presa.
En otras circunstancias habría dejado pasar todo. Empezando porque se trataba de ELLA, la misma latosa que desde su primer día en los Bosques profundos hizo su vida un caos, claro que él no se había quedado atrás regresando la pelota como el viejo refrán decía: “Ojo por ojo...”; más para finalizar con todo aquello, esa misma muchacha que le sonreía en ese momento con un brillo lujurioso en los ojos y la respiración entre cortada, había entrado a su vida de manera intensa, poniendo su mundo de cabeza y haciéndolo sentir lo que jamás nadie había podido. Incluso, podía decirse que estaba encendiendo de manera voluntaria su libido reprimido y eso en lugar de molestarle como era de suponer, le agradaba y mucho.
Así pues para no quedarse atrás, recostó a Kitsune entre violento, intenso y deseoso y sin el tacto que la chica había tenido para con él, desprendiéndola de todas sus prendas para después abordar, con algo parecido al salvajismo, el cuello estilizado de ella.
-Mmm, eso se siente bien. Sonrió ella, ondeando sus caderas hacia las del otro.
-¿Si?. ¿Y esto?.
El gemir que salió de la garganta de su garganta fue la respuesta a su interrogante pues con profunda dedicación, Okami estaba mordiendo su cuello que en ese momento estaba dejando su textura blanca para volverse roja.
-Ah, no pares. Pidió la chica, sintiendo escalofríos placenteros cuando su hombro fue abordado por los dientes blancos del genio.
Kitsune estaba perdiendo su mente para entregarla al fantástico mundo del placer. Estaba conciente de lo que hacía, no se quejaba porque ella lo había propiciado, más necesitaba, por alguna extraña razón, hacer aquello con Okami. En cierta forma se lo debía.
Los ojos oscuros se cerraron para continuar percibiendo la gama intensa de sensaciones que nadie, jamás, le habían hecho sentir con tanta intensidad.
Así pues en retribución sus manos viajaron de la espalda seguramente marcada por sus uñas, hasta esa parte baja la cual en esa ocasión fue rebasada, adentrándose en los terrenos ocultos que estaba a punto de descubrir.
Algo parecido a un gemido escapo de los labios de Okami, quien para ese momento torturaba una de las tetillas de la chica con bastante insistencia.
-No hagas eso. Ordenó, gruñendo por ser interrumpido en su tarea.
-¿Qué no haga que?. Indagó con “inocencia” ella, volviendo a acariciar el sexo del mayor.
-Argg, eso... Suspiró sabiendo de antemano que estaba disfrutando esa caricia.
La sonrisa que se curvó en los labios de Kitsune fue tomada como mofa y castigada entonces con una nueva repartición de mordiscos sobre el cuello y pecho de la muchacha, la cual enarcó la espalda con placer cuando su torso fue atacado por la sabia lengua del chico.
-Esto es para que aprendas.
Y Kitsune miró un brillo diferente en los ojos del otro. Un brillo que se intensificó cuando las manos del mismo la dejaron prácticamente desnuda y a merced de aquellos ojos que lo observaban, jurado estaba, aun más con pasión.
-Depravado. Sonrió Kitsune, causándole cierta excitación aquella frase.-¿Y ahora que harás?.
Okami se lamió los labios, evidentemente había dejado de ser el señor don perfecto para transformarse en lo que durante años había mantenido oculto.
-Uhhh, eso si se ve interesante.
Con la sonrisa incitadora que la chica lanzó fue como al mismo tiempo en que Okami se abalanzaba sobre sus labios, ella retiraba la última prenda del cuerpo de Okami, percibiendo la perfección aun antes de mirarla. Así pues tan impulsiva e impaciente como era, se giró, siendo él quien mirara con ojo depredador al enigmático genio.
-Ocultas muy bien tus posesiones, ¿verdad?.
-Solo para aquellos que son merecedores de verlas.
Ambos sonrieron y para darle un toque más sensual al asunto, Okami se movió, extrayendo de la suave garganta de la muchacha un erótico gemido que aumento cuando las manos del mayor acariciaron sus muslos, piernas y recorrieron su cadera hasta posarse con deseo en su vientre.
-¿Y eso que te pareció?. Indagó él, sonriendo ante las mejillas rojas de su compañera.
-Pues yo digo, que está muy bien. Hazlo de nuevo.
Fue una orden a la cual Okami no se negó pues cual felino entrenado, la de ojos oscuros se recostó sobre su cuerpo, lamiendo su mentón con el aire místico y sexual que había aumentado.
Ambos se movieron, experimentando los roces, las caricias, los besos sobre la piel erizada que culminaba en gemidos por ambas partes. En ambas gargantas y en ambos cuerpos que sudorosos no se quejaban sino que contribuían a más.
-Esto es una locura. Murmuró Okami cuando tres de sus dedos se adentraron con gráciles movimientos en el interior de su amante y este en retribución acarició su erección olvidada pero no por eso menos explorada.
-Yo más bien creo.... Añadió Kitsune alejándose un poco para agacharse y succionar lentamente el sexo del genio, el cual gritó alto pero de puro gozo.
La muchacha entonces lamió la extensión con meticuloso cuidado, sabiendo que debajo de aquella imponente espada se alojaba la sensibilidad completa de todo hombre, llegando a ella rápidamente cuando con leves mordiscos comenzó a venerar lo que muy pronto tendría más cercanamente.
Okami se sintió en el paraíso aun sin creer realmente en él. Instintivamente cerró los ojos, dejó que su cabeza cayera hacia atrás y sin preocuparse de los sonidos desconocidos que salían de su garganta se limitó a disfrutar aquello deliciosamente pecaminoso que la chica le estaba haciendo.
Más antes de tocar las estrellas ella se apartó, mordiendo, como él lo hiciera en un principio: abdomen, torzo, tetillas, cuello y barbilla más la extensión de piel que aun le faltaba explorar.
Cuando los labios se lamieron en una erótica caricia, ambos se miraron fijamente por primera vez esa noche y supieron, que aunque el mundo y su conspiración estuviera ahí, en ese momento solo podían existir los dos.
Un fuego que era alimentado por la pasión de un aire. Un colorido mensaje de lo que ya era imposible ocultar.
Así pues besándose con renovada pasión, Kitsune susurró el término de su oración.
-Yo más bien creo, que esta es una locura necesaria.
Posesión, deseo y cuidado. Eso era lo más palpable entre los dos, pero sobre todo, eso que a pesar de latir intensamente al ritmo de las caricias, aun se negaba a salir de ambos corazones.
Antes, entonces de llegar al clímax, Okami reclamó los labios de su amante para sumirse segundos después en un orgasmo majestuoso y único cuyo único fin fue el de proporcionarles el mejor de los placeres.
Cansados, sudorosos y con la razón adormecida fue como volvieron a mirarse. Como volvieron a distinguir los colores del universo, del tiempo y del espacio. Como tomaron conciencia de que acaban de tener sexo o incluso más que eso y de que a pesar de todo lo que pudiera recorrer sus mentes lo habían disfrutado, por la extraña y única razón de que habían sido uno en brazos del otro.
Se habían fundido sin importarles las circunstancias, la vida, el mañana, solo el momento. Pues es en realidad lo que a partir de ese instante importaría entre ellos. Solo, el momento.
¿Qué ocurría ahí?. Con exactitud no se sabía, solo que tarde o temprano ambos terminarían por admitir eso que el tiempo, las normas, la sociedad y sus propias culpas no les permitían exponer, por temor a no ser correspondidos.
Y Kitsune miró un brillo diferente en los ojos del otro. Un brillo que se intensificó cuando las manos del mismo la dejaron prácticamente desnuda y a merced de aquellos ojos que lo observaban, jurado estaba, aun más con pasión.
-Depravado. Sonrió Kitsune, causándole cierta excitación aquella frase.-¿Y ahora que harás?.
Okami se lamió los labios, evidentemente había dejado de ser el señor don perfecto para transformarse en lo que durante años había mantenido oculto.
-Uhhh, eso si se ve interesante.
Con la sonrisa incitadora que la chica lanzó fue como al mismo tiempo en que Okami se abalanzaba sobre sus labios, ella retiraba la última prenda del cuerpo de Okami, percibiendo la perfección aun antes de mirarla. Así pues tan impulsiva e impaciente como era, se giró, siendo él quien mirara con ojo depredador al enigmático genio.
-Ocultas muy bien tus posesiones, ¿verdad?.
-Solo para aquellos que son merecedores de verlas.
Ambos sonrieron y para darle un toque más sensual al asunto, Okami se movió, extrayendo de la suave garganta de la muchacha un erótico gemido que aumento cuando las manos del mayor acariciaron sus muslos, piernas y recorrieron su cadera hasta posarse con deseo en su vientre.
-¿Y eso que te pareció?. Indagó él, sonriendo ante las mejillas rojas de su compañera.
-Pues yo digo, que está muy bien. Hazlo de nuevo.
Fue una orden a la cual Okami no se negó pues cual felino entrenado, la de ojos oscuros se recostó sobre su cuerpo, lamiendo su mentón con el aire místico y sexual que había aumentado.
Ambos se movieron, experimentando los roces, las caricias, los besos sobre la piel erizada que culminaba en gemidos por ambas partes. En ambas gargantas y en ambos cuerpos que sudorosos no se quejaban sino que contribuían a más.
-Esto es una locura. Murmuró Okami cuando tres de sus dedos se adentraron con gráciles movimientos en el interior de su amante y este en retribución acarició su erección olvidada pero no por eso menos explorada.
-Yo más bien creo.... Añadió Kitsune alejándose un poco para agacharse y succionar lentamente el sexo del genio, el cual gritó alto pero de puro gozo.
La muchacha entonces lamió la extensión con meticuloso cuidado, sabiendo que debajo de aquella imponente espada se alojaba la sensibilidad completa de todo hombre, llegando a ella rápidamente cuando con leves mordiscos comenzó a venerar lo que muy pronto tendría más cercanamente.
Okami se sintió en el paraíso aun sin creer realmente en él. Instintivamente cerró los ojos, dejó que su cabeza cayera hacia atrás y sin preocuparse de los sonidos desconocidos que salían de su garganta se limitó a disfrutar aquello deliciosamente pecaminoso que la chica le estaba haciendo.
Más antes de tocar las estrellas ella se apartó, mordiendo, como él lo hiciera en un principio: abdomen, torzo, tetillas, cuello y barbilla más la extensión de piel que aun le faltaba explorar.
Cuando los labios se lamieron en una erótica caricia, ambos se miraron fijamente por primera vez esa noche y supieron, que aunque el mundo y su conspiración estuviera ahí, en ese momento solo podían existir los dos.
Un fuego que era alimentado por la pasión de un aire. Un colorido mensaje de lo que ya era imposible ocultar.
Así pues besándose con renovada pasión, Kitsune susurró el término de su oración.
-Yo más bien creo, que esta es una locura necesaria.
Kitsune reanudó su tarea interrumpida hace unos momentos. Okami estaba experimentando algo que no había estado planeado, que había sido espontáneo y que comenzaba a parecerle realmente interesante.
Nunca había sentido aquellas emociones. Jamás había sufrido tan intensamente la unión de alguien, mucho menos había gozado con la sensación que Kitsune le transmitía en sus gemidos.
Posesión, deseo y cuidado. Eso era lo más palpable entre los dos, pero sobre todo, eso que a pesar de latir intensamente al ritmo de las caricias, aun se negaba a salir de ambos corazones.
Antes, entonces de llegar al clímax, Okami reclamó los labios de su amante para sumirse segundos después en un orgasmo majestuoso y único cuyo único fin fue el de proporcionarles el mejor de los placeres.
Cansados, sudorosos y con la razón adormecida fue como volvieron a mirarse. Como volvieron a distinguir los colores del universo, del tiempo y del espacio. Como tomaron conciencia de que acaban de tener sexo o incluso más que eso y de que a pesar de todo lo que pudiera recorrer sus mentes lo habían disfrutado, por la extraña y única razón de que habían sido uno en brazos del otro.
Se habían fundido sin importarles las circunstancias, la vida, el mañana, solo el momento. Pues es en realidad lo que a partir de ese instante importaría entre ellos. Solo, el momento.
¿Qué ocurría ahí?. Con exactitud no se sabía, solo que tarde o temprano ambos terminarían por admitir eso que el tiempo, las normas, la sociedad y sus propias culpas no les permitían exponer, por temor a no ser correspondidos.
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