Hace unos días, alguien me preguntó <<¿Qué es lo más raro que has hecho?>>, en ese momento no supe responder, ya que a lo largo de mi corta existencia he realizado cosas que la mayoría de la gente "normal", podría considerar como raras; desde poncharle las llantas al carro de un chico que me gustaba, hasta besarme con una mujer y tener una relación lésbica por 3 ó 4 días. Sinceramente me puse a pensar si realmente no existía esa cosa super extraordinaria y rarísima que marcó en determinado momento mi vida...
Hoy, puedo decir que sí, que lo más raro que he hecho ha sido: Enamorarme.
Y es que no lo voy a negar, muy en contra de lo que creo que son mis principios, yo también he llegado a formar parte dentro de esas masas a la que comúnmente llamamos como personas "cursis". Sí, me introduje a ese 'mundo de color rosa' donde lo único que existe son los chocolates, los globos inflados con helio, las frases románticas, las cartas de amor, las flores o rosas, los paseos al atardecer o a la luz de la luna, donde el sexo se le conoce como "hacer el amor"... En fin. Todas esas cosas las disfruté y me gustaron, pero al final, el dulce llegó a empalagar.
Es por eso que el 14 de febrero, a.k.a San Valentín, no le tengo ningún odio o me causa repulsión, de hecho ahora puedo comprender las dos partes, los que están en contra y los que lo festejan a todo color, aunque al final, ambos bandos comparten el mismo sentimiento, esa misma necesidad humana de sentir cariño y afecto.
No puedo quejarme de esta fecha, no puedo juzgarla de superficial y/o comercial, ni tampoco decir que es una estupidez, pues el amor no sólo se demuestra un día sino en todos y cada uno de ellos. No puedo porque sería engañarme y engañarlos.
Porque como lo dije al principio, es la cosa más rara que he hecho, que un día como hoy entregué las llaves del candado de mi corazón... y no me arrepiento.
¡FELIZ DÍA!
