Hoy era el momento de escuchar los relatos de la Abuela. A sus 93 años y parecía como de 80. Siempre nos reunía, tal vez era su día, día de las madres, o su aniversario. No importaba. Sus historias las contaba a los reunidos allí, hijos, nietos, quizás hasta un bisnieto.
Y nos comenzó a hablar sobre: el amor de su vida. No nos sorprendimos cuando dijo que el hombre que robó su corazón no es el Abuelo. La abuela nos explicó que siempre existirá un caso así, que a los 16 lo conoces, pero no es por siempre. Pero que tu naturaleza romántica jamás lo borrará de tu mente y corazón. Y que el abuelo jamás debe de enterarse (risas).
La abuela nos contó del primer cruce de miradas. De cómo su corazón palpitó y dijo: ¡Es él! ¡Es él!
Y tanta fue su emoción que se entregó libremente a sus brazos. Que le besó con todo su espíritu adolescente. Y se dejó llevar por ese sentimiento único en su clase, y la experiencia nueva para los dos.
A la abuela parecían brillarle los ojos y una pequeña lágrima le corrió en su rostro, que rápido secó con su pañuelo. A la abuela nunca le ha sentado bien la nostalgia ni la melancolía.
Pero nos dimos cuenta que muy en el fondo sufre y le duele. Que el abuelo después de 50 años de casados jamás tuvo en cuenta que tiempo atrás la abuela lloró por noches enteras. Rezándole a la luna, a un ángel, a Dios, o simplemente a alguien que le oyera; que terminara con su amargura. O con su vida...
Y nos confesó que para aliviar su pasado tomaba el cepillo y lo pasaba por sus cabellos hasta contar al 100. Y sonreía al espejo y se veía bien. Y resultaba que después todo, absolutamente todo, estaba maravillosamente bien. Y entonces, le tocaba nada más que agradecer. Porque las culpas y el rencor tampoco iban con ella.
Dice que esperó por volverle a ver. Y presiente que en Londres o ¿era Tokyo tal vez? se encontraron y ni si quiera pudieron reconocerse. O las palabras, sobraban simplemente.
La abuela aprendió mucho con esa relación, bueno, exactamente lo que se debe aprender de casos así, como en cualquier aspecto de nuestra existencia. A veces parece que la abuela aún vive en su época dorada, pero es por el simple placer que le tiene a la vida. Y es en relatos como éste que la abuela nos demuestra ¡lo que de verdad se vive!¡lo que es vivir en sí! Y nos enseña que los sueños existen pero ninguno puede representar el hermoso futuro que realmente podemos alcanzar.
Ya para finalizar, aunque la abuela nos advierte que en realidad no existe capítulo final. Aunque algunos piensan que la muerte lo es. La abuela se permite imaginar que sólo es un paso más. Porque confía en que el cuerpo es y sólo un transporte de nuestra alma. Etérea. Que sólo pasa por variados cambios a través del tiempo.
Y a veces, sencillamente lo que ella necesita es, un descanso.
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